La pandemia exige una nueva metáfora para el verano

La pandemia exige una nueva metáfora para el verano

Montevideo, 15 de noviembre de 2020

Definamos el problema de hoy: noviembre de 2020.

Buena parte de la solución de cualquier cuestión pasa por definir de la mejor manera posible el problema. El problema de hoy no es el mismo de marzo, aunque el coronavirus sea siempre el telón de fondo de la situación que tenemos delante. «La llegada de la pandemia del coronavirus» fue el problema del 13 de marzo de 2020 en Uruguay.

Aunque a esas alturas fuera un tema vagamente definido por todo lo que se ignoraba acerca del virus, cuando el 13 de marzo aparecieron los primeros cuatro casos, lo que se activó fue el miedo al virus, a lo desconocido, a la muerte, a la pérdida. Ese tipo de miedo mueve montañas y detiene poblaciones. Vimos ese efecto en vivo y en directo aquí y en todo el
mundo.

Con esas emociones en puerta y las terribles imágenes que venían de Europa y China y quedaban en nuestras retinas, en Uruguay vimos un Poder Ejecutivo en actitud proactiva.

La actuación del gobierno entrante, a diferencia de otros países, fue, en términos futbolísticos, de presión alta. No dejamos avanzar al virus desde el primer minuto y eso fue clave para el inicial éxito.

Nos dijeron desde el MSP y nos dijimos a nosotros mismos que jugábamos en La Paz a 3.600 mts de altura y todos (como país futbolero que somos) lo entendimos con claridad, y por tanto, actuamos en consecuencia. Jugaba la celeste, la selección mayor, la de todos.

El 13 de marzo entendimos que el problema era no dejar avanzar el virus para no saturar el sistema de salud. Parte de la presión alta era cuidar a los mayores y nos resultó clara la conducta a seguir: quedate en casa y de esa forma cuidá a los mayores que es el grupo de riesgo principal.

Comparar la lucha contra el coronavirus con un partido imaginario Bolivia-Uruguay en La Paz fue una metáfora que resultó muy útil para un país hiper futbolero como el nuestro.

Pero no hay pandemia que dure cien años ni metáfora que lo resista.
El partido Bolivia-Uruguay. Goles, penales

El lema #quedateEnCasa con su consecuente conducta a seguir: quedate en tu casa, no salgas, no circules, si bien suponía un reto para todos era un desafío claro, alcanzable y medible (el propio Google nos lo mostraba), a diferencia de lo que sucede hoy 15 de noviembre donde el desafío es que el número no sea… 20, 30, 100 o acaso 1000?

Desde el 13 de marzo en adelante tuvimos pelotas en los palos, penales atajados, goles anulados, VAR, hasta que llegamos a finales de agosto y aparentemente seguíamos cero a cero en la altura de la Paz. Y días más, días menos, la gente ya se empezó o bien a apunar por la altura o a aburrir por lo repetido, muy especialmente los jóvenes que empezaron a hastiarse de la palabra Coronavirus. Y este no es un detalle menor para la estrategia comunicacional con ese segmento de la población.

Pareciera ser (digo esto porque no tengo datos que así lo demuestren) que los que más empezaron a aflojar fueron los jóvenes que comenzaron a sufrir la pandemia del encierro y, por tanto, a minimizar los alcances del virus y desafiar a la autoridad. Fueron probando salir paulatinamente y no pasaba nada y siguieron avanzando porque el encierro a esa edad se vive distinto que en la adultez.

Y en parte, el problema radica en que un partido Uruguay-Bolivia dura 90 minutos, no ocho meses. Las metáforas y su impacto tienen su ciclo vital.

El gobierno inicialmente proactivo, con el mayor de los respetos y reconocimiento hacia las autoridades, se ha demorado en leer que en esta segunda parte la metáfora debe cambiar, porque el problema está cambiando y de eso, hace al menos dos meses.

La notable presión alta de marzo se transformó hoy noviembre en un rezo- anhelo de que no nos hagan un gol, pero con ese terrible defecto que a veces se le atribuye al Maestro Tabárez de guardarse los cambios… ¿para… cuándo? ¡Grande Maestro en Barranquilla! ¡La renovación funcionó!

Un nuevo partido

Hace un buen rato que aflojamos y tenemos nuevos problemas que no teníamos en marzo, por eso urge un cambio de metáfora.

Redefinamos el problema

El GACH (aplausos y más aplausos para ellos y por haberlo convocado y creado) lo viene diciendo hace rato: aflojamos, nos cansamos y eso es esperable, es humano. Pero en lugar de retomar la presión alta o hacer algún cambio, hemos ido pasivamente corriendo el número gatill de 20 casos a 35, luego de 35 a 100 esperando que mágicamente algún pelotazo largo sea bajado por el nueve solitario (que tampoco sabemos quién es). La celeste de antes en todo su esplendor… calculadora en mano y «matemáticamente teniendo chance».

Por eso mi invitación a que redefinamos el problema y actuemos como lo hicimos el 13 de marzo.

Recalculando

Muchos aflojamos, pero pareciera ser que los que más aflojaron fueron los jóvenes porque se han enfrentado a una pérdida que desconocían el 13 de marzo cuando acataron #quedateEnCasa: la sensación de pérdida de los mejores años de su vida a manos de un virus que seguramente no los mate a ellos y quizás, tan sólo quizás, a ninguno de sus seres queridos. Todo esto en una edad donde además desafiar al peligro y correr riesgos es el modus operandi neuropsicológico por excelencia.

Los jóvenes están sufriendo esta situación, lo vemos día a día los que trabajamos en salud mental. Para mitigar la situación de este grupo etario no se cambió la metáfora sino que se apeló al mensaje culpabilizante en búsqueda de mayor empatía con los mayores. Para algunos estofunciona bien, para otros, no. El modo rezongo y el modo represivo no estaría funcionando porque también está faltando cierta empatía en ese enfoque. Démosle voz a los jóvenes. Pocos han dado espacio a entender lo que los jóvenes sienten que han perdido en este año y avizoran perder en el verano. Señalé en abril en varias entrevistas que el grupo de quinceañeras era uno de los segmentos más afectados, porque los 15 no vuelven. Y para una chiquilina de esa edad ese es su mundo, por más que desde el adulto le intentemos explicar que el universo es más complejo que un cortejo. Es como pelearte con tu mejor amigo a los 10 años: el fin del mundo.
Para mitigar la situación de este grupo etario no se cambió la metáfora sino que se apeló al mensaje culpabilizante en búsqueda de mayor empatía con los mayores. Para algunos esto funciona bien, para otros, no. El modo rezongo y el modo represivo no estaría funcionando porque también está faltando cierta empatía en ese enfoque. Démosle voz a los jóvenes.
Pocos han dado espacio a entender lo que los jóvenes sienten que han perdido en este año y avizoran perder en el verano. Señalé en abril en varias entrevistas que el grupo de quinceañeras era uno de los segmentos más afectados, porque los 15 no vuelven. Y para una chiquilina de esa edad ese es su mundo, por más que desde el adulto le intentemos explicar que el universo es más complejo que un cortejo. Es como pelearte con tu mejor amigo a los 10 años: el fin del mundo.

Entonces en esta nueva situación, cuando se juega para no perder, las más de las veces, se pierde, porque el framing o marco del problema es de «no perder». Las caras de los grandes protagonistas como Radi, Cohen, Paganini en las últimas entrevistas televisivas muestran cansancio y cierto aire de derrota y eso duele. Y eso también pauta el nuevo partido, la derrota se transmite, más allá de las palabras. Si ellos se muestran así, ¿para qué hacer esfuerzo?… La mente humana funciona así, puede aguantar no perder, hasta que claudica y se abandona. No queremos eso. Necesitamos un giro.

A la búsqueda de una nueva metáfora

Hay que cambiar la metáfora de La Paz porque estamos como impotentes, esperando el cabezazo salvador, que sabemos que en general, no llegará (salvo en Italia 90). Esa no fue la actitud del gobierno del comienzo de la pandemia, actitud que todo el mundo valoró y que el mundo admiró mil y una veces con aplausos y reconocimientos de todo tipo. Disculpen mi atrevimiento si esto parece un rezongo, no es más que una observación de alguien que busca aportar al debate y a la solución.

¿Cuál es el número mágico a lograr en este nuevo partido? En mi opinión, necesitamos un objetivo hacia adelante, motivador, no seguir cuidando el cero en el arco, como lo hicimos bien hasta setiembre. Debemos contraatacar. Un objetivo además de corto plazo no mayor a 30 días. Inicio y fin, claros y medibles.

Sumar la sub 30

Lo que sí tengo claro es que hay que generar nuevos marcos mentales con nuevos actores. Junto a Lacalle, Salinas, Delgado, el GACH quizás deban estar las nuevas generaciones los Agustin Casanova, el Peke77, Agus Padilla, MeriDeal, Pajarito Valverde, Bigote Neves, etc. Son los Darwin, los Bigotes al lado de Godin, Suarez, Cavani… los que ganarán este nuevo partido junto a los referentes mayores. La labor en el anterior partido, la semifinal en
La Paz fue formidable. Pero… ¿saben qué?
El partido ya terminó! ¡Lo logramos! ¡Pitazo final!
BOLIVIA 0 – URUGUAY 0. Fue un éxito del gobierno, la oposición y la población en general. Cerremos y festejemos. La mente necesita cerrar y reiniciarse. Ahora, estamos en la final. Elijan el rival al que más les guste ganarle: Brasil, Argentina, Alemania, alguno bien difícil como le gusta a la celeste desde tiempos inmemoriales.

Ahora juega la sub 30

Ahora juega la sub 30. Esto es un Uruguay-Brasil pero en casa, en el estadio, no en la altura. Se puede perder, sí, pero siempre se puede ganar y sobre todo se debe dejar todo en la cancha.
Durante el partido Uruguay- Bolivia se le habló a los grupos de riesgo. Hay que comunicarle ahora también a los grupos de riesgo como lo hicimos en marzo cuando les hablábamos a los mayores. Así como cuidamos a los mayores de su calendario, hoy tenemos que cuidar a los jóvenes de su propia juventud y a los no tan jóvenes de su propia irresponsabilidad.
Pero lo importante es recuperar la sensación de ganar. Esto se palpa en la calle, hay olor a derrota inminente. Estamos en la final y debemos plantearnos un nuevo desafío medible, alcanzable, corto, que nos motive y nos devuelva el poder sobre el virus. Es muy importante recuperar la sensación de éxito que teníamos hasta setiembre. Hoy está muy diezmada y eso es un mal presagio.

Este es un nuevo partido.

Ningún partido dura eternamente porque ninguna mente puede hacer algo indefinidamente sin agotarse. Los jóvenes mucho menos y ese es un punto crucial a atender: su hastío del tema. Háblele a un joven de #coronavirus y verá sus expresiones de desagrado.

Mientras termino de escribir estas líneas me comparten por Twitter los spots que acaba de lanzar el gobierno alemán, que van en esta misma línea: https://twitter.com/dasilva_e/status/1327987434701922305s=20&fbclid=IwAR0kz5z8hKORmI9ipA18fXLRUa38Nbg3S1plDmyeyApsoYZwxqqAx8VE

Interesante línea que apela al orgullo personal y generacional y a empoderar a la juventud.
Veremos si funciona. Los números lo dirán.
Como en Malasia 1997 el pueblo está con ustedes, muchachos. Muestren el camino.
Políticos: Llévenlos al parlamento. Periodistas: llévenlos a la tele, a todos los medios, porque nadie mejor que los jóvenes saben lo que necesitamos para volver a ganar, ahora en este nuevo partido.

Reuniéndose en grupos chicos, usando tapabocas y no compartiendo el mate, vaso, ni faso estamos del otro lado… podemos volver a ganar, eso es lo que pensamos los adultos, pero quizás se nos estén escapando cosas que solo los jóvenes pueden señalar. Démosle voz y cancha.

Lleguemos al 24 de diciembre con 24 casos.
Contagiá el cuidado, no el virus.
Mag. Roberto Balaguer
Montevideo, 15 de noviembre de 2020

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