Los tarados son los otros

Los tarados son los otros

Mag. Roberto Balaguer

Montevideo, 8 de abril, 2021

Según datos que maneja el GACH y que, a mi juicio, deberían ser datos abiertos para ayudarnos a todos a entender mejor lo que sucede con nuestras conductas, el 60% de la población no estaría dispuesto a renunciar a pequeñas actividades sociales, aun en tiempos de pandemia.

La pregunta entonces es:¿no entienden la gravedad de lo que está pasando?La respuesta sería sí y no. Entienden, pero no siempre actúan de la manera más adecuada. ¿Por qué?¿Es que acaso la gentees tarada, entonces?Tendríamos que empezar por definir gente y tarada, pero las razones para no actuar como se debiera, o como a la opinión públicale gustaría,son múltiples. Repasemos algunas cuestiones que se repiten y que observamos casi que a diario.

Expectativa de racionalidad de la gente

El común de las personas tiene la expectativa de que la gente actúe racionalmente. El primer gran problema de esto es que «la gente» suelen ser «los otros», no yo. La vara con la que medimos las conductas de los otros suele ser mucho más exigente que la que utilizamos para medir nuestras propias acciones.

El segundo problema es que se dice que la gente ya sabe (habría que chequearlo) lo que tiene que hacer (lo racional) y aun así, no lo hace. Olvídese que estamos en pandemia y esta frase se adecua a infinidad de situaciones diarias en cualquier contexto. Precisamente eso es lo que hace la gente en prácticamente todos los ámbitos, todos los días, sino no pasarían a diario tantas tragedias y accidentes y no habría determinadas comidas en el mercadoy mucho menos, cigarrillos.

Incluso más, la ciencia muestra que, en general,las personas creen que harían una cosa en un determinado contexto y luego en la práctica, terminan haciendo otra cosa muy distinta. Le gente quiere creer que lo que hace está bien y que los que hacen las cosas mal son «los otros». Esa es «la gente», los otros. Los tarados son siempre los otros. Las personas racionalizan sus acciones, buscan justificarlas, darles sentido, acomodarlas para que bajen por Ruffini. «Solo fue una vez, no vas a comparar, es que es un tema de salud mental, física, es la abuela, es por esto, es por aquello…» Nuestras acciones siempre tienen una razón válida, una justificación divina, a diferencia de las transgresiones ajenas que deberían ser castigadas duramente.

Cómo entendemos a las personasy su (i)rracionalidades clave en esto, de manera tal de no esperar racionalidad siempre (porque resultará frustrante y hasta peligroso) y de poder manejar la irracionalidad con otras herramientas, más allá del rezongo o el insulto. Para esto está la Psicología y las ciencias del comportamiento… y también las leyes, los incentivos y las multas. Y para que estas cosas se ejecuten, también se necesita de políticos gobernantes y de la oposición que actúen con racionalidad, y no solo pensando que los tarados son siempre «los otros».

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